Es muy loco el darse cuenta de algo, es
loco estar en la psicóloga hablando de Lacan tratando de analizar
los tres registros para aplicarlos a cualquier cuento para hacer una
monografía de una materia de un cuatrimestre de un año de una
carrera universitaria. Porque se pueden hacer muchas cosas, una es
una monografía, otra es una adscripción, otra una sesión de
psicóloga y otra mudarse. Pensar cómo hacer la cama en pocos
minutos, no hacerla y mirar en internet recetas de cookies. Uno o más
idiomas, o gatos o pares de sandalias con tacos. Trescientos setenta y
nueve pesos en puntos Cúspide y un tomo fascicular. Cuatro tomos
fasciculares de un una revista que se llamaba los Libros y ahora es
un libro, o sea, cuatro libros de “los libros” o lo que sea. Como
esto, un Discurso Vacío que puede ser también la mezcla en batidora
de Marx y Lacan, el laclaudismo y su significante vacío. A la misma altura que la línea anterior. En
definitiva es una cadena muy simple: no hay luz en la oficina y me
duelen los ojos, uso anteojos cuando estoy en la librería y me
siento muy desinhibida y compro todos los libros sin importarme lo que
pueda pasar cuando realmente pase; la tarjeta dice “saldo
insuficiente” y me subo los anteojos. De verdad, saldo insuficiente
es el choque con lo real y por suerte me voy, porque lo real es eso
que vamos a buscar y no está o es el deseo y por las dudas guardo
los anteojos y el colectivo está lleno y el tren también y llego a
la psicóloga y me duelen los ojos y al principio no veo bien: son
todos los tomos de la obra completa de Freud y mi psicóloga es
lacaniana, cuando fue a buscar los escritos de Lacan no estaban y lo
real era lo otro, el inconsciente (o inconciente, siempre digo que quiero no poner la silbante) visto desde cerca o desde lejos a
través de mis anteojos de sol.
El olor a batata con queso no es
imaginario, se pueden hacer muchas cosas en una cocina.