Siempre es como si las palabras y su tiempo estuvieran desajustadas, como si lo que debiera decirte ya no fuese oportuno, o no lo será un día en que vos o yo faltaremos, y nada podrá ser dicho.
Él había venido sólo para jugar a la búsqueda de aquella virtud y sin más, me dio sus regalos y se fue. Yo le tiré con un zapato pero después le dije que para mí, él era el juego más descarrilado, espléndido y real que me existía.