martes, 20 de octubre de 2015

Pendiente de ejecución



Fue en mayo. Estábamos en un bar y yo tenía que leer algunos poemas. Iba a venir mi hermano  a verme y uno de mis poemas lo nombraba. Creo que las cosas no estaban bien pero nadie lo sabía. Me dijo que no llegaba, que ya no llegaba, la distancia era insalvable. Su auto tenía un problema en al arranque y eran cincuenta cuadras. 
Le dediqué la lectura en voz alta, con un micrófono, en un bar semi lleno. La gente se rió, me aplaudieron en el poema que lo mencionaba. Fue un personaje más, su ausencia.
Una chica subió después al escenario. Se puso de espaldas al público toda la lectura, como un acto privado de ella. En un momento se dio vuelta y me señalo. Dijo "para vos", "para tu hermano", y empezó. El poema se llamaba Matar a un hermano. Era fuerte, tenía impacto y estaba dirigido a mí, con él, dedicado. Pensé un segundo en esa relación mientras aplaudía. Desde ese día algo sigue roto, como una orden pendiente de ser ejecutada. Dejar de esperar que arranque un auto imaginario que sí viene a verme, aplastar una llama con un balde de arena, de espaldas, exagerar, matarlo, matarlo.